Ruta del Cerro de San Pedro
Asistentes: César (Team Braojos, guía),
Antonio y Javier (ambos colmenareños de adopción).
17 de junio de 2012
Hace calor. No demasiado aún. A las 9.00 de
la mañana salimos tres chicos de
Colmenar con ganas de aventura. Los campos han cambiado el verde brillante por
el amarillo ocre en pocas semanas. Atravesamos la Dehesa de Navalvillar, un
terreno público donde a veces los ganaderos dejan sus vacas. En esta época está
vacía. Los chicos me preguntan si volveremos antes de que apriete el sol. No
puedo prometerles nada.
La dehesa se abre ante nosotros y el camino
enfila bien visible hacia San Pedro. Pronto toca meter el plato pequeño para
subir las rampas de la ladera oeste de las colinas que rodean el Cerro. Dejamos
a la derecha de nosotros el llamado Cerro Longo y salimos de la dehesa
recuperando el resuello, son unas rampas duras, sobre todo al final. Ante
nosotros se abre la altiplanicie previa al propio San Pedro. El camino serpentea
travieso por delante esquivando el monte y buscando un paso hacia el valle del
Guadalix. De momento está en buenas condiciones, con un continuo subibaja que
cuerdea sobre los cerrillos apretados junto al cerro padre.
Primer incidente: rompo la cadena sin saber
por qué. ¡Si no tiene tres meses! Por suerte se rompe en el eslabón previo al
eslabón desmontable que le puse, así que puedo engancharla. Ahora sólo queda
rezar para que no tenga demasiada tensión.
Retomamos la marcha y llegamos al primer desvío.
¿Derecha, izquierda? El plano no ayuda mucho. “Yo creo que izquierda”, digo, y
tiramos para abajo. Comenzamos la bajada suave entre dos paredes de prados, tal
y como recordaba en las fotos de Google, pero de repente la arena se convierte
en pedruscos sueltos, cantos rodados de tamaño medio, provenientes casi seguro
de las paredes de los laterales, que no están demasiado cuidadas. Toca bajarse,
no queda otra. Por suerte el tramo no es largo y llegamos a la siguiente bifurcación.
“Derecha”, estoy seguro.
El camino mejora y descendemos a mayor
velocidad. Las paradas para elegir el camino cortan un poco la marcha, el sol
está bien arriba y decidimos acortar sin bajar al embalse de Pedrezuela.
Pasamos por Guadalix y buscamos de nuevo la ruta para atravesar más caminos
entre prados de bravo donde los grandes novillos esperan pacientes su suerte.
La vuelta se hace dura por el sol, pero el camino está en condiciones y
llegamos a Colmenar tostaditos pero contentos tras haber explorado las tierras
de más allá del Cerro de San Pedro, ese cerro que, solitario, nos observa desde
lo alto durante toda la ruta.
1 comentario:
¿Pero no os habéis dado cuenta de que está mal maquetado? Ay, ay, ay.
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